Smonker, catacroquer, secador y caca

martes, 10 de enero de 2012

Se siente.

Mayoritariamente se sostiene que no se pueden controlar los sentimientos. Alegría Pena, alegría, furia, ira, nervios, vergüenza, sorpresa... Y se puede estar de acuerdo si se le añade un pequeño matiz. No podemos controlar lo que sentimos, pero sí como lo exteriorizamos (lo que ven los demás). Va desde los sentimientos mas simples, como las ganas de cagar, hasta los sentimientos más complicados, como el amor.

De hecho esos dos sentimientos se unen de manera curiosa en los hombres, es algo inevitable. Sí, amor/pille y retortijones gastrointestinales van unidos de la mano. Cualquiera que haya quedado con una chica que le guste minimamente por la noche, se ha pasado la segunda mitad de la misma con pánico a que se le escapen, de manera completamente accidental, un par de flatulencias. ¿Traducción? Tener miedo de rajarse con tanta potencia que, primero, ella sufra una rotura del tímpano por el sonido provocado por la explosión que sale de tu culo y luego, muera por intoxicación. Ninguno queremos ser vistos una flor delicada, ni siquiera  intentamos pretender serlo, pero tampoco es plan de que ella piense que estás muerto por dentro, literalmente. 

Al que, acompañando a casa a la fémina con la que ha quedado, le empiezan a rugir las tripas cual león furioso por falta de gacelas y sexo, aguantará como un campeón el trayecto y en caso de que ella pregunte, contestará que tiene hambre. Según ella se baje del coche, él esperará estoicamente a que ella entre en su casa, sonreirá despreocupado poniendo cara de 'Que bien me lo he pasado' cuando lo único que está pensando es: ¿Si me rajo ahora notará por mi cara que me estoy muriendo por el olor?. En el mismo momento en que ella se dé la vuelta cerrando la puerta del portal tras de sí, comenzará la sinfonía mortal.

Quien diga que una emoción es distinta a las ganas de ir al baño le diré que tiene razón, pero que la expresión de los sentimientos es algo físico. Un pedo es lo mismo que una carcajada, algo que se te escapa. Nadie puede contradecir que controlar la risa, el llanto, un puñetazo en la cara del gilipollas que está tocándote los cojones o una cara de sorpresa después de que una piba aparezca en tu puerta sólo con una gabardina, (perdón, eso es mas una fantasía) es difícil, pero se puede hacer. En lo que a la risa se refiere, cuanto más seria es la situación, más gracia nos hacen las cosas. Los peores ataques de risa son en situaciones en las que no deberíamos reírnos. Que el de al lado rece citas en árabe inventado cuando debería decir 'Ora por nosotros' en misa, un gallo de un profesor o que alguien se meta una buena leche en la que sabemos que se ha hecho daño... Lo bueno es contener la risa.

Las lágrimas son harina de otros costal. No me atrevería a decir que llorar es algo de lo que un hombre debería avergonzarse, prefiero sugerirlo sutilmente. Por lo general, las únicas que lloran por todo son las mujeres. Si un hombre llora lo hace por algo triste de verdad como la muerte de un pariente. Una mujer en un día tonto puede llorar porque una amiga le ha llamado imbécil. Igual que con la risa, hay situaciones en las que entiendo que es complicado controlarse pero hay una situación en la que no se debe llorar (la he mencionado un millón de veces). Si dejas a alguien, NO LLORAS. Es el mayor gesto de egoísmo que existe. "¿Te crees que quiero llorar?". No, ¿pero qué crees que quiere la otra persona? y encima tienes edad para controlarte, no eres un puto chimpancé. "Soy muy llorona, no lo puedo evitar" (Lo siento pero esa frase no sale de la boca de un tío). Y yo soy muy cagón pero no voy dejando tordos en mitad de la calle.

Sin duda hay otras igual potentes y que cuesta controlar. La ira o aquella que si no dominas bien te hace quedar como un auténtico gilipollas. ¿Alguna vez James Bond ha gritado '¡Hijo de puta!' a un villano o un '¡Zorra!' a la mala? ¿A qué no?. Se guarda el cabreo por la muerte de quien sea (una secretaria, un colega traficante de armas, etc) desmonta el plan maligno del villano, una vez ha terminado de arruinar el plan, deja al malvado en una situación en la que su vida se debate entre la vida o muerte, le dice una frase ingeniosa que deja muy mal al sujeto en cuestión, elegantemente deja que muera (tras hacer un amago de salvarle para que así el malo intente traicionarle) y por último se tira al pibon de turno. "Son películas". La hormiga y la cigarra también es una historia de ficción sobre una puta hormiga y una jodida cigarra (¿Quién ha visto una?), que no sólo hablan entre ellas si no que encima planifican los inviernos y se dan consejos, y bien que la gente saca moralejas. 

Sorpresas.

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