Smonker, catacroquer, secador y caca

viernes, 8 de octubre de 2010

Viajar o Travel.

Si alguna vez viste unos dibujos animados llamados La vuelta al mundo de Willy Fog, con un león de dudosa reputación como protagonista, que viajaba con su globo (¿Quién cojones tiene un globo?) y su mayordomo, Rigodón, automáticamente te vendrá a la cabeza: ¡Quiero viajar!. El viejo Willy decidió dar la vuelta al mundo en menos de 80 días. Tú como alma inocente veía esta serie de animación no digital (que coñazo soy) y creías: VIAJAR ES LA POLLA. Comparemos como viajaba el león y como lo hace cualquier mortal no empastado.

Willy tenía un globo propio. En su momento hizo una inversión arriesgada, hay que afrontarlo, es jodido comprar un globo y amortizarlo, pero William era un visionario; dejo de pagar un pulmón por cada vuelo y nunca puso un pie en ningún aeropuerto o embudo infernal. Lo clavó. Hay que repetirlo, los aeropuertos dan asco, si el diablo tuviera un trabajo seguro que sería como coordinador ejecutivo de aeropuertos en un ministerio, consejero delegado de aena o segurata del control de seguridad.

 Mas de 3 horas en aeropuerto y pierdes la cabeza, la dignidad y una pasta. ¿Comida y bebida? 100 euros. ¿El baño? Huele a meado antiguo y no sabes quién habrá puesto su internacional culo en el retrete... ¿Hay asientos para sentarte y descansar? Sí, con un diseño ergonómico para romperte la espalda ¿Es seguro? Claro, nadie te puede robar la maleta o meterte cualquier cosa, por eso hay unas máquinas para embalar que funcionan...  ¿Por lo menos hay algo que hacer? Mirar escaparates con cosas que no podrás comprar o a una puta pantalla en la que tu vuelo sale como delayed, ¡ah! y vigilar tu maleta. Son un lugar tan retorcido que puedes encontrarte en la puerta de embarque, de un aeropuerto de una ciudad alemana, con los padres de tu ex (simpáticos a rabiar pero al fin y al cabo...).

Fog no tardaba media hora en llegar, dos hasta que se subía al globo y otras dos hasta su hotel, metro incluido. Él iba de puerta a puerta. Pillaba el globo cuando le brotaba, no tenía horarios ni compromisos. "Oye, me apuesto que me marco un viaje (no por su país o por Europa por el mundo) de al menos 80 días" Muy buena Willy. Ahora como se lo propondrías a alguien con cierta autoridad en la realidad: "Papa, que me voy a dar la vuelta al mundo en menos de...", según lo estás diciendo ya te ha caído un viaje que te ha volado la cabeza. "Jefe, que me voy 80 días a..." "Despedido Pérez y ahora haga el viaje que más le guste". De hecho no cargaba ni con maletas, para eso estaba Rigodón. En cambio todo el mundo carga con su maleta de ruedas, que eso suena como una puta manada de elefantes persiguiéndote.

Los aviones... ¿Cómo vuela una lata gigante, llena de personas combustible y comida? Mierdas de ingenieros. Pero que espaciosos, bien distribuidos, buscando siempre la comodidad del pasajero con ese servicio de vuelo que constantemente te ofrece cosas a comprar y si ven que estás dormido te lo gritan con paciencia al oído para que no te pierdas esa maravillosa oferta del pitillo electrónico. Esos baños limpios e higiénicos con agua azul pitufo. No quiero dejarme esos momento inolvidables como un vuelo de 8 horas con un bebé expresando su disconformidad con todo, mediante unos lloros que dan ganas de meterle un par de dormidinas amorosas.. o esas señoras comentando sobre lo divino, lo humano y sus varices.

Y el idioma... Mr Fog, pagaba al primero que veía por la calle, le ofrecía una libra y ya tenía a un traductor titulado que había estudiado el idioma de lujo, encima le hacía de guía y llegado el caso ofrecía su vida en una situación peligrosa para que Fog llegará a su casa. En el extranjero, preguntas a alguien por la calle y da gracias si sabe hablar su puto idioma sin fallos, aunque en España somos premios Nobel en esa materia. Por lo menos en el extranjero no te gritan y te hacen gestos como si fueras retrasado, sólo te miran con desprecio.

Viajar es acojonante, excepto porque hay que hacer un viaje.

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